A veces por no fijarte, acabas con un resultado que no es precisamente
el que esperabas.
Yo con todo mi amor, me puse al lío con el punto de cruz en este babero para Héctor, mi sobrino.
Como siempre que empiezo con algo, toda emocionada y sin perder un
segundo. Ese que me hubiera venido bien para darme cuenta que la tela estaba
torcida y todo mi trabajo también.
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