Este suéter siempre me encanto, el color, el
tacto y lo mucho que me abrigaba, pero el pobre ya cumplió su misión con creces.
Me daba una pena terrible tirarlo y de pronto se
me ocurrió como podría cambiar su destino.
Un cortecito por aquí, un cosidito por allá y ya
tengo forrado el cojín.
Y después de darle unas cuantas vueltas a la
cabeza, lo visualice y lo hice.
Mi cojín, tiene un búho, un color y un tacto que
me encantan y es abrigadito.
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